Hay bolos que son fáciles: te contratan, te piden la documentación normal, que si certificado de cuenta, que si certificado de estar al corriente con Hacienda y con Seguridad Social, que si alta a terceros, que si Seguro de Responsabilidad Civil, si es para niños alguno te pueden pedir incluso certificado de ausencia delitos sexuales, total, lo normal y me parece bien. Todo eso tú lo haces tranquilito, lo vas sacando con tu certificado electrónico y en una mañana lo tienes todo actualizado. Luego hay bolos que después de eso y después de pedirte tropecientos papeles de privacidad, de exclusividad, papeles de que eres el representante legal exclusivo del espectáculo, papeles de la partida de nacimiento de tu bisabuela y muestra de ADN del gato de tu vecino, pues resulta que hay entidades que pasa casi un año y no te pagan y no hay manera de que te paguen entonces empiezas a enviar un e-mail educado, a llamar, no te lo cogen, te dan largas, empiezas a darle vueltas, a asesorarte, a hablar con colegas, abogados, gestores,… y nada. Y ahí viene la anécdota de Chicho Sánchez Ferlosio que tuve que aplicar en un Ayuntamiento de Cádiz de cuyo nombre me acuerdo a menudo cada vez que cuento esta anécdota.
Encima de todo tuve que hacer piruetas para cobrar este bolo, de un teléfono me pasaban a otro, parecía una mezcla de “El Proceso” de Kafka con el artículo de Larra “Vuelva usted mañana”.
Me daban correos erróneos o sea un correo de intervención@ayuntamientode… con tilde en la “ó” sabiendo obviamente que en un correo no se usa la tilde… pero esto quizás sería la estrategia más suave que usaron para disuadirme. No obstante seguí en mi empeño y al final conseguí cobrarlo. En realidad fue una mezcla de la estrategia de Chicho Sánchez Ferlosio con otra que me dijo un gaitero que os contaré otro día….
A todo esto, digo de Cádiz porque el suceso en cuestión fue con un ayuntamiento de un municipio de Cádiz, pero me ha pasado con ayuntamientos de toda la península e ínsulas así que ayuntamientos los hay buenos y malos, los hay responsables e irresponsables, los hay competentes e incompetentes, azules, rojos, amarillos… Como hay de todo en botica.
Ah. Que no se diga que no quiero yo a mi Cadi. Cadi, Cadi Cadi y Cadi Cadi Cadi. Que tengo el carnet de gaditano casi como quien dice: por cercanía de Almargen con la provincia de Cádiz, porque celebré la comunión en Cádiz, en el restaurante Río Corbones, que está al lao de Almargen y ya pertenece a Cádiz y porque estuve de músico (y sigo de vez en cuando) con mi querido Javier Ruibal, con la malagueña de adopción gaditana de corazón Pasión Vega, y con María la Mónica, y Pedro Cortejosa, también fui músico del musical de la Chirigota del Selu, que se dice pronto, jejeje. A todo esto, eso lo cuento otro día, ahí hay carrete pa rato. Y me gustan los chicharrones. Y Fernando Quiñones. Por cierto, La Canción del Pirata. Leérsela. Pero bueno, como dice mi amigo el Petaca: ya está el gato en la talega.
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¿Qué te parece lo que cuento? Verás que no tengo casilla de comentarios porque no me interesa que esto sea como el Facebook o el Instagram, prefiero aquí algo lentito, reflexionado, aunque este post lo hice rápido y del tirón, si corregir, pero anyway, si me quieres escribir y contarme algo o sólo saludar, escríbeme un mail. ¡Gracias!